Amelia Earhart: una mujer que podía volar alto
La historia de la aviación también guarda entre sus páginas la de muchas mujeres valientes, que surcaron los cielos del mundo cuando volar aún se equiparaba a las grandes hazañas de unos pocos pioneros audaces.
Quién era Amelia Earhart
Amelia Earhart es una de esas heroínas, que desapareció misteriosamente a los 41 años en 1937. Se han escrito novelas sobre ella, se han rodado películas conmovedoras sobre su vida, y hoy el recuerdo de esta joven piloto sirve de ejemplo a muchas mujeres que tienen el sueño de volar.
Nacida en Atchinson, en el estado de Kansas, Amelia asistió primero a un curso de enfermería, lo que la llevó a trasladarse a Canadá, donde sirvió en un hospital militar durante la Primera Guerra Mundial.
La pasión por volar de Amelia Earhart
Su sueño de pilotar un avión nació por casualidad, cuando acompañó a su padre a un mitin de aviación en 1920, a la edad de 23 años, en Long Beach, California, por primera vez en un biplano. A partir de ese momento, Amelia optó por asistir a varios cursos de vuelo: afortunadamente, su familia pudo ayudarla a comprar su primer biplano: fue esta aeronave, a la que llamaría «canario» por su color amarillo, la que la llevaría hasta hasta 14.000 pieshaciéndola inmediatamente famosa.
Por supuesto, el hecho de ser mujer la llevó inmediatamente a los principales periódicos del mundo: supo aprovechar la situación para darse a conocer y demostrar primero al público estadounidense, y luego al resto del mundo, que una mujer también podía surcar los cielos.
El mundo de la aviación también empezó a fijarse en esta chica expansiva, vivaz e inteligente: en abril de 1928, le propusieron ser la primera mujer en realizar la travesía del Atlántico a bordo de un Fokker F7, que llevaba el nombre de Friendship.
El 17 de junio de ese mismo año, ella, el piloto Stulz y el mecánico Gordon cruzaron el océano hacia Gales: Amelia fue recibida con entusiasmo, pero en realidad sólo desempeñó un papel secundario en la empresa.
Las hazañas de Amelia Earhart
Sin embargo, fue en 1932 cuando Amelia logró una hazaña muy personal: volar de Terranova a Londonderry (Irlanda del Norte) en 14 horas: sólo Lindembergh había cruzado el océano Atlántico en solitario. A partir de entonces, sus hazañas fueron cada vez más atrevidas y numerosas: en 1932 fue la primera mujer en cruzar Estados Unidos en avión, de Los Ángeles a Nueva Jersey; después llegó el vuelo sobre el Océano Pacífico, de nuevo la primera mujer de la historia en hacerlo.
Por último, el triste y último vuelo, en 1937: iba a ser la aventura más extraordinaria para el mundo de la aviación, un vuelo de nada menos que 29.000 millas, del Atlántico a África, y luego a la India y Oceanía.
Tras volar 22.000 millas, ella y su copiloto llegan a Nueva Guinea, donde dejan atrás el peso innecesario para afrontar la última etapa del viaje: por desgracia, los mapas de que disponían no eran precisos. Por eso creen estar sobre la isla Howland, en el Pacífico, cuando llaman urgentemente por radio a la capitanía de la isla porque necesitan aterrizar rápidamente por falta de combustible. El avión se estrella a unos 160 km de la isla de Howland.
La noticia afectó al mundo entero y el Presidente estadounidense Roosevelt llegó a enviar seis barcos y varios aviones para rescatar a Amelia y a su copiloto. La buscan durante dieciséis días en vano y no se sabe nada más de ella.
En 1991, una expedición estadounidense del Grupo para la Recuperación de Aviones Históricos encontró en la isla de Nikumaroro, en el Pacífico Sur, objetos pertenecientes a una mujer, como maquillaje y ropa viejos, y recientemente se han hallado restos humanos y fragmentos de un avión.
La desaparición de Amelia sigue siendo por el momento un misterio y algunos esperan que sobreviviera a aquel terrible accidente: su recuerdo, sin embargo, sigue muy vivo en la historia de la aviación mundial y en la historia de las grandes empresas humanas en general.
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